“Durante 3 millones de años, la atmósfera nunca ha contenido tanto CO₂.”

En el verano de 1818, la prensa europea estaba alarmada: una amenaza silenciosa se cernía sobre el valle de Bagnes, en Suiza. El glaciar Giétro, hinchado por varios inviernos rigurosos, había finalmente bloqueado el lecho del río Dranse, formando un lago contenido por una presa de hielo inestable. Sin embargo, esta barrera natural mostraba signos de debilidad. Si cedía, todo el valle corría el riesgo de quedar sumergido.
El ingeniero cantonal Ignace Venetz fue enviado al lugar para supervisar una operación peligrosa: excavar un túnel a través del hielo para drenar gradualmente el lago. Ante las condiciones extremas que enfrentaban los trabajadores, la prensa siguió cada paso de la obra. Pero a pesar de sus esfuerzos, el dique cedió el 16 de junio, antes de que se completara el túnel. Una ola devastadora arrasó el valle, matando a 44 personas.
Esta catástrofe dejó huella. Ocurrió en un contexto de cambio climático: varias malas temporadas se sucedieron, culminando en el "año sin verano" de 1816. Los periódicos se preguntaban: ¿estábamos presenciando un enfriamiento global? La tesis formulada medio siglo antes por Buffon resurgió. El famoso naturalista francés, intendente del Jardín de las Plantas, veía la Tierra como un fragmento desprendido del Sol por el impacto de un cometa, condenado a un enfriamiento lento con la extinción progresiva de su "fuego central" . El avance de los glaciares observado desde finales del siglo XVIII parecía darle la razón.
En 1818, algunos periódicos suizos se preguntaban: ¿Tenía razón Buffon? ¿Estaba Suiza a la cabeza de la muerte térmica del planeta? Circulaban otras hipótesis: icebergs gigantescos que se desplazaban hacia el sur, manchas solares que oscurecían el sol, o incluso la deforestación, sospechosas de perturbar el ciclo del agua y alterar el clima. El viajero y orientalista Volney fue el único en establecer la conexión con la erupción del volcán Tambora en 1815, en Indonesia, la verdadera causa del enfriamiento repentino de 1816.
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Le Monde